Carlos Villagra |
El fútbol nació básicamente en dos instituciones netamente controladoras: la universidad y la empresa. Fuera de que hay que rendir en el estudio y en el trabajo, es mejor ejercitar también el cuerpo, no conviene para la producción que haya cuerpos por ahí dispersos queriendo tomar cerveza, las horas libres deben ser dedicadas al ejercicio del cuerpo para mantenerlo siempre aceitado, listo y en marcha para la producción.
por: Oscar Andres Castillo Santos
Es martes y tengo que hacerle una entrevista a un jugador del Huila, la noche anterior me tomé unas cervezas así que me cuesta trabajo levantarme afortunadamente no soy futbolista. El entrevistado para la crónica de hoy es el paraguayo Carlos Villagra. Ya metió un gol así que ésta es la mejor oportunidad para conocerlo y presentarlo a los hinchas.
El entrenamiento no podría ser en otro lugar: que en Bavaria una empresa dedicada a matarlo a uno a punta de cirrosis. Qué paradoja: entrenar el cuerpo en las mismas entrañas de la producción de la cerveza.
Llego tarde más por cuestiones de guayabo que por la excusa que doy: no sabía dónde quedaba Bavaria en Neiva y me perdí.
Los mal encarados vigilantes me ponen muchas trabas para entrar, esa es su función y justificación, por fin lo logro hacer y ahí están mis distantes y anheladas estrellas del fùtbol opita, Algo se gana y algo se pierde al hacer esta crónica: los seres idealizados en una cancha de fútbol en el estadio, se convierten en seres de carne y hueso que comen mango tirados en un árbol.
El Teacher está en lo suyo: grita y grita afónico dando órdenes, hace repetir hasta la saciedad movimientos….y esto ya me suena a trabajo, los jugadores deben esperar con ansias que el domingo llegue para realmente jugar.
Por fin logro vislumbrar al entrevistado de hoy: Villagra intenta meter goles en el entrenamiento de la mano de Carbonero, en uno de esos intentos la mete y lo celebran juntos, se ve que se están entendiendo. Eso está bien.
Me acerco un poco más adonde está el profe Teacher. Lo hago sigilosamente, no vaya a ser que me pegue un zarpazo, por fin logro entender un poco mejor todo lo que dice:
-Que se vea la actitud, EL ORDEN, la verticalidad, grita.
Teacher se acerca un poco más adonde estoy y yo me siento a punto de desmayar. Él ni siquiera me determina, debe creer que soy un pato, o peor, un periodista, debo ser un mosquito fastidioso al lado de él. Y él tiene sus dotes de actor porque recoge unas pastillas de la grama y hace un chiste que no entiendo. Los que están al lado mío se lo celebran y él vuelve a lo suyo y grita regañando a los jugadores:
El calor ya empieza a agobiar, Teacher para las jugadas en movimiento, se emberraca, hace alusión una vez más al Orden, a la verticalidad, a la dinámica, a la actitud, a la rapidez y en una de ésas Villagra recibe un golpe, él cae a la grama y el jugador responsable del golpe se acerca tímida y temerosamente a consolarlo. Tal vez es el momento de terminar, los jugadores se van a comer mango y a tomar una cosa parecida a la aguapanela y los periodistas empiezan a caer como gallinazos: entrevistan al uno, se abrazan con el otro y los patos van de jugador en jugador para tomarse fotos para luego montarlas al Facebook.
Con terror y fastidio siento que voy a tener que cumplir la misma tarea periodística con Villagra, ya estoy arrepentido. Marcia Arenas de la pagina del Atlético Huila, hace el lobby necesario para que él acceda a una entrevista conmigo (¡Otra más en su vida!). A la distancia veo que no hace muy buena cara. Y entiendo por qué: el hombre parece más que tímido y sobre todo no le gusta mucho la idea de que es una entrevista para hacer una crónica sobre su vida.
Villagra va y se sienta en una banca y Marcia me hace la señal de que vaya. Nos presenta, el me da la mano, el parece estar incómodo y nervioso y yo lo estoy aun más, hay espacio para mí en la banquita pero yo no me siento. Aunque él toma la iniciativa y me dice entre sobrado (es una estrella) y paternal:
-Sentate.
Qué absurdo: él no quiere hablar y yo no lo quiero entrevistar. Aunque me tengo que tirar al ruedo y de una le digo:
-Mira: yo aun no soy periodista pero estoy estudiando para serlo y quiero hacer una crónica sobre tu vida
En el fondo, con eso le quiero decir que yo no soy como los buitres que nos rodean. Un pato que está al lado nuestro se ríe con mi presentación, y yo me siento peor cuando Villagra me dice a la vez que se quita los guayos:
-¿Mi vida? ¿Qué dice uno sobre su vida? Tal vez nunca he hecho esto.
Yo me siento patético. Villagra se acerca a un filósofo, tal vez a un sicoanalista y su pregunta retumba en mi mente: ¿Qué dice uno sobre su vida?
-No sé, cómo empezaste en el fútbol, por ejemplo…
Y él, de manera cansada, me repite lo que tal vez ha dicho cientos de veces a cientos y cientos de periodistas:
-Nací en una ciudad que se llama Asunción, allá debute como futbolista en Cerro Porteño, luego pasé al Sportivo Luqueño y vine a Colombia porque jugué un año con Pasto y quede campeón luego con Millonarios y aquí estoy en el Huila.
En ese momento, se acerca Guaza y le pregunta:
-Paraguayo ¿cómo te vas a ir?
Por fin me doy cuenta de que los futbolistas sí son de carne y hueso: un futbolista le pregunta a otro que cómo se van a ir, si en el bus o en taxi o en carro o qué sé yo. Y me doy cuenta de que seguramente también mercan en el Éxito, pagan los servicios públicos y les revisan las tareas a sus hijos.
Esta entrevista no va para ninguna parte: Villagra es demasiado filosófico y tímido, hay muchas interrupciones, y yo me siento patético haciendo esas pregunticas. Me siento peor cuando Villagra vuelve conmigo y me pregunta:
-¿Qué más querés saber?
Yo me hundo aun más en el patetismo y lo único que se me ocurre es hacerle la pregunta clásica cuando recibo clasecitas de inglés en la usco:
-¿Y qué hacés en tu tiempo libre?
A él se le ilumina la cara. Yo descanso porque no fue tan mala idea. Y de una me dice:
-Me gusta jugar play.
En ese momento dos tipos de ESPN se acercan a hacerle otra entrevista y me desplazan. Mientras Villagra se pone de pie para posar ante la cámara, se ríe maliciosamente y casi como retándome me dice:
-Soy muy bueno para jugar play, ¿eh?
Yo ya no quiero insistir más, mejor me voy. Los buitres que mejor se queden con sus presas y al salir me divierto al ver a decenas de mensajeros y taxistas pegados a las mallas de Bavaria viendo el entrenamiento del Huila y hago el ejercicio de pensar en las excusas que les darán a sus patrones: “mucho trancon, muy malo el día, no encontraba la dirección,…”
Si me divierto con esas invenciones, me deprimo al ver la otra escena: la cara de cansancio de los jugadores al firmar autógrafos, tomarse fotos con patos y conceder una entrevista más.
oscarterciario@hotmail.com
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