Leonardo Aldana un hombre de la ciudad, trabajador y lleno de amor, tiene 38 años de edad, de los cuales 35 de ellos depende de una silla de ruedas y un par de muletas. Tiene vivo el recuerdo de sus primeros años donde corría y saltaba por las calles como cualquier niño inquieto y explorador. Pero una enfermedad contagiosa llamada poliomielitis, también llamada parálisis infantil que afecta principalmente al sistema nervioso y más que todo a niños entre los 4 y 10 años de edad en climas templados o cálidos llegó a las puertas de su casa, haciendo que jamás volviera a ser el mismo, que su niñez quedara postrada en la cama, terapias y medicamentos.


¿A qué edad comenzó a afectarle la enfermedad poliomielitis?
Mi discapacidad inició cuando contaba solo con tres años de edad. Un día que me aplicaron una inyección, el médico les comentó a mis padres que yo era propenso a la poliomielitis. Poco después quedé como un papel, lo único que movía era la vista, no más. Luego mi mamá y mi papá, al ver la situación de su pequeño hijo, gestionaron, me tuvieron en Bogotá en una serie de estudios y terapias, pero toda pareció en vano. Así que regresamos a Neiva. Ya aquí, el único que dio con el diagnóstico e intervención exacta fue el doctor Pechené, quien ya falleció. Gracias a él, ya puedo mover mis piernas, mis brazos, me valgo por mí mismo, claro con la ayuda de las muletas y la silla de ruedas.

¿De ahí en adelante contó con la aceptación de su familia y de la sociedad?
Si. Gracias a Dios, mi familia, mis padres, mis hermanos, me han apoyado mucho. Cualquier cosa que he necesitado, he contado con el apoyo de ellos. También gracias a Dios que me puso en el camino una mujer tan bella, que me ayuda en lo que más pueda, me colabora en todo, me dio dos hijitos que son mi razón de ser, de vivir, todo lo hago por ellos, me levanto día a día por mi familia, son mi motor, mi fuerza. Nunca me han dejado solo, cosa que a muchos les pasa, todo porque “generan gastos las rehabilitaciones”.

¿En cuanto al empleo, en que labores se ha desempeñado?
En cuestión al trabajo siempre lo he hecho por mi propia cuenta. He trabajado como vendedor, como ayudante de construcción. En construcción hago las labores que me asignan, con esfuerzos pero las realizo, ya que soy capaz. Pasar materiales, dirigir en cuestión de ángulos, pegar puntillas, ladrillos, entre otras cosas. Ya cuando me canso con las muletas, llego y me siento en el suelo. Ahora gracias a Dios se me presentó la oportunidad de trabajar con el municipio, por medio del alcalde Héctor Aníbal Ramírez.
Ya en las labores de vendedor siempre me ha ido muy bien. Todo lo que saco lo vendo. En ello los amigos han sido clave, pues me dan ánimo y me colaboran en compra y venta de los productos. Yo vendo pescado, agua, dulces, frutas, cigarrillos, minutos, en fin, me rebusco por lado y lado.

¿A tratado de conseguir empleo en alguna empresa?
Si claro. Conseguir empleo en el sector público o privado era muy difícil, uno iba a pedir trabajo en las empresas, y noooo…. Eso lo miraban a uno por debajo del brazo, creen que por ser discapacitado no tengo las mismas destrezas que un ser que cuenta con todas las funciones de su cuerpo. No se dan cuenta que así como Dios le quita a uno algunas cosas, le da muchas más, en este caso, habilidades.

¿La silla de ruedas se la financiaron, como a otras personas?
La primera silla de ruedas que compre, la obtuve por esfuerzo propio, y la perdí hace tres años cuando un carro me atropello aquí, al frente de Luna Verde, y desafortunadamente la tengo en los patíos. Y las siguientes sillas que he tenido de ahí en adelante ha sido por medio de políticos, y me han servido y sacado adelante, solo que son muy débiles y de material muy frágil.

¿Por qué llego a invadir el bajo Tenerife?
Llegué a invadir aquí, el bajo Tenerife porque la situación se puso difícil en un tiempo. Antes estaba pagando arriendo, y en esa época con el patrón que trabajaba lo trasladaron y se llevo todo, dejándome a mí a la deriva. Así que con mi mujer nos rebuscamos la plata en ventas, y con ese dinero compramos tejas, tablas, puntillas y nos acentuamos acá. Luego fue toda una lucha para que nos dejaran vivir en este lugar, y eso que yo nací y fui criado en el Tenerife. Eso nos enviaron la policía hace dos años y medio, la misma gente de los alrededores no querían que viviéramos aquí, así que hicimos resistencia con amigos y personas que conocieron nuestra historia y nos apoyaron, y no nos dejamos sacar, lo cual agradecemos mucho a quienes hicieron posible esto.

¿Cree usted que Neiva después de tantas leyes, decretos, está pensada y modificada, en su estructura, para la comunidad discapacitada?
No. Hay muchas calles, bancos, edificios que no tienen una estructura para que las personas discapacitadas podamos transitar con mayor comodidad. Todo almacén, todo banco, toda calle debe brindar la seguridad y acceso para que las personas discapacitadas podamos movilizarnos de la mejor manera. Y más aun, pues tengo entendido que la Ley 1237 de 2008, donde el objeto es facilitar la superación personal, el estímulo a la generación de ingresos y la adecuación de infraestructura, no está siendo cumplida en la mayoría de establecimientos.

¿Cómo llego a trabajar con la actual administración?
Primero que todo me capacite por mi lado en la labor de vigilante de seguridad y gracias a ello me postule para el empleo en la Alcaldía. Actualmente llevo un mes y ocho días trabajando como vigilante de seguridad en la sección de atención al ciudadano. Y con la oportunidad que me brindaron de trabajar con la alcaldía, voy detrás de la reubicación, para hacerme a la casa, pues busco un mejor bienestar para mis hijos. Tuve la posibilidad de conversar con el Alcalde, y me prometió dos cosas: primero el empleo, que gracias a él lo tengo. Y segundo la vivienda.
Aprovecho para darle gracias al gobierno del Alcalde, porque en estos momentos se están dando cuenta de que el discapacitado si aporta a la sociedad, y no es un inservible como muchos creen. Que somos útiles y que tenemos muchas más habilidades desarrolladas.