Por: Edna Yulieth Cabrera
El siglo XXI ha dado vida a muchas de las historias de ficción que hemos visto en el cine o la televisión. Los elementos tecnológicos que han aparecido fruto del reto que nuestros grandes genios se han propuesto desarrollar, han hecho de la vida diaria un asunto de practicidad y sencillez, sin embargo para los jóvenes de hoy en día no solo cuentan estas dos cualidades. Innovación, color, formas y tamaños constituyen elementos importantes a la hora de decidirse por un aparato. Hoy en día se puede decir que la tecnología crece a pasos agigantados y el futuro ficcionado puede ser una realidad a la vuelta de la esquina.
La masificación que ha traído consigo el alto consumo de tecnología ha producido en las generaciones más jóvenes una respuesta negativa. Por un lado encontramos jóvenes conocedores de muchos temas, gracias al conocimiento que genera la internet, pero por el otro miles de jóvenes ensimismados en sus propios mundos, conectados literalmente.
De esta manera percibimos una gran mayoría (no todos) de jóvenes más callados, más tímidos, más inseguros. Por esto es necesario como jóvenes preguntarnos ¿Qué tan necesario es la tecnología en mi vida? ¿Si no estuviera a mi alcance que pasaría? ¿No sobreviviría?, aunque cause inconformismo, auto reflexionar no está de mas, es de esta manera como aclaramos lo que es bueno, malo o mejor para nuestras vidas.
Lo que quiero decir, no es que la tecnología sea mala, lo que quiero decir es que hay que ponerle un límite a todo. La tecnología es sinónimo de avance, desarrollo y evolución, y es necesaria para desempeñarnos mejor, o simplemente, para entretenernos, pero el entorno a nuestro alrededor nos brinda otras opciones mas saludables para la mente, no dejemos de lado un buen libro, salir a correr, encontrarnos con los amigos, hacer algún deporte, viajar, o quizás hasta cocinar, uno nunca sabe.
El reto por alcanzar es lograr el balance perfecto entre el uso de la tecnología (solo cuando sea estrictamente necesario) y los métodos más convencionales. Nuestro reto está en controlar la tecnología y no que está controle nuestras vidas.

La masificación que ha traído consigo el alto consumo de tecnología ha producido en las generaciones más jóvenes una respuesta negativa. Por un lado encontramos jóvenes conocedores de muchos temas, gracias al conocimiento que genera la internet, pero por el otro miles de jóvenes ensimismados en sus propios mundos, conectados literalmente.
De esta manera percibimos una gran mayoría (no todos) de jóvenes más callados, más tímidos, más inseguros. Por esto es necesario como jóvenes preguntarnos ¿Qué tan necesario es la tecnología en mi vida? ¿Si no estuviera a mi alcance que pasaría? ¿No sobreviviría?, aunque cause inconformismo, auto reflexionar no está de mas, es de esta manera como aclaramos lo que es bueno, malo o mejor para nuestras vidas.
Lo que quiero decir, no es que la tecnología sea mala, lo que quiero decir es que hay que ponerle un límite a todo. La tecnología es sinónimo de avance, desarrollo y evolución, y es necesaria para desempeñarnos mejor, o simplemente, para entretenernos, pero el entorno a nuestro alrededor nos brinda otras opciones mas saludables para la mente, no dejemos de lado un buen libro, salir a correr, encontrarnos con los amigos, hacer algún deporte, viajar, o quizás hasta cocinar, uno nunca sabe.
El reto por alcanzar es lograr el balance perfecto entre el uso de la tecnología (solo cuando sea estrictamente necesario) y los métodos más convencionales. Nuestro reto está en controlar la tecnología y no que está controle nuestras vidas.
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