por: Elisabet Amor Romero
El mundo de hoy se caracteriza por conflictos de diversa índole: políticos, económicos, sociales, culturales etc. Como resultado del modelo capitalista bajo el que se rigen los movimientos mundiales.
Situaciones lejanas a nosotros nos pueden afectar directamente y viceversa, alterando el transcurso normal de nuestras vidas, esto impone un desafío a las instituciones de los países ya que los conflictos no solo alteran el equilibrio del poder dentro y fuera de las fronteras, sino que además repercuten en nuestras formas de vida.
El tema del medio ambiente no está ajeno a esta realidad y es un tópico recurrente pero considerado no importante en nuestra agenda política, económica y mediática. Sin tener presente que los problemas de carácter ambiental son transfronterizos, es decir, aunque ocurran a cientos de kilómetros de nuestro lugar de vivienda o país, nos afectarán de alguna manera, cambiando el orden de la agenda nacional; al fin y a la postre todos vivimos en la misma casa: la tierra.
Todo aquello que tiene que ver con la naturaleza (que no es poco) implica temas demasiado amplios y en ocasiones científicos y de esto se ocupan los periodistas que están encargados de la información ambiental.
El periodismo ambiental es como un cajón lleno de incontables asuntos con enorme trascendencia sobre el futuro del planeta y que suelen tener repercusiones en otros ámbitos informativos.
Pero la especialidad de periodismo ambiental ha cobrado una fuerza sin precedentes desde la cumbre de Estocolmo, llevada a cabo en 1972, que dentro de sus conclusiones, se reconoció que los medios de comunicación eran cruciales como herramienta educativa acerca del medio ambiente, sus problemáticas y sus posibles soluciones.
Y a pesar de esto, el tema medioambiental sigue quedando excluido respecto a otros temas como la política o la economía, al igual que la información de carácter social, cultural o científico, y esto a sabiendas de que la situación ambiental llegará a un punto irreversible, que nos obligará a cambiar el actual sistema de desarrollo y buscar políticas que garanticen la supervivencia del planeta Tierra.
Sin embargo, a 37 años de haberse dicho eso, es evidente que la tarea no se cumple de manera innovadora, sino como una simple respuesta a un acontecimiento, es decir: causa – efecto.
Y aunque existan periodistas no solo con la disposición sino con la preparación para llevar la batuta en esta labor, los dueños de los medios (empresas o grupos económicos y/o políticos) no le apuestan a esta labor, quizá porque las ganancias serían inferiores a las esperadas, Y es aquí donde se genera la puja entre intereses y deberes.
Se debe reconocer entonces que la lucha diaria de los periodistas ambientales es ganar un espacio para la información de este carácter en los medios.
Pero más que ganar el espacio, se debe garantizar a las audiencias excelente calidad en la información. No se trata de informar solamente el evento (por lo general catastrófico) sino investigar las causas, motivos, circunstancias, intereses en juego. Además de consultar los antecedentes a este evento, informar sobre la evolución a futuro de la situación.
Los medios de comunicación son herramientas formadoras de pensamiento, por esto es tan importante la manera como se desempeña esta labor. Se trata se concientizar que más que una crisis ambiental, son situaciones sociales.
Pero lo paradójico es que los gobiernos y grupos ambientalistas expresan su “preocupación” por los cambios irreversibles que estamos enfrentando y sin embrago no cambian sus políticas de manejo.
En síntesis el conflicto es de paradigmas.
Situaciones lejanas a nosotros nos pueden afectar directamente y viceversa, alterando el transcurso normal de nuestras vidas, esto impone un desafío a las instituciones de los países ya que los conflictos no solo alteran el equilibrio del poder dentro y fuera de las fronteras, sino que además repercuten en nuestras formas de vida.
El tema del medio ambiente no está ajeno a esta realidad y es un tópico recurrente pero considerado no importante en nuestra agenda política, económica y mediática. Sin tener presente que los problemas de carácter ambiental son transfronterizos, es decir, aunque ocurran a cientos de kilómetros de nuestro lugar de vivienda o país, nos afectarán de alguna manera, cambiando el orden de la agenda nacional; al fin y a la postre todos vivimos en la misma casa: la tierra.
Todo aquello que tiene que ver con la naturaleza (que no es poco) implica temas demasiado amplios y en ocasiones científicos y de esto se ocupan los periodistas que están encargados de la información ambiental.
El periodismo ambiental es como un cajón lleno de incontables asuntos con enorme trascendencia sobre el futuro del planeta y que suelen tener repercusiones en otros ámbitos informativos.
Pero la especialidad de periodismo ambiental ha cobrado una fuerza sin precedentes desde la cumbre de Estocolmo, llevada a cabo en 1972, que dentro de sus conclusiones, se reconoció que los medios de comunicación eran cruciales como herramienta educativa acerca del medio ambiente, sus problemáticas y sus posibles soluciones.
Y a pesar de esto, el tema medioambiental sigue quedando excluido respecto a otros temas como la política o la economía, al igual que la información de carácter social, cultural o científico, y esto a sabiendas de que la situación ambiental llegará a un punto irreversible, que nos obligará a cambiar el actual sistema de desarrollo y buscar políticas que garanticen la supervivencia del planeta Tierra.
Sin embargo, a 37 años de haberse dicho eso, es evidente que la tarea no se cumple de manera innovadora, sino como una simple respuesta a un acontecimiento, es decir: causa – efecto.
Y aunque existan periodistas no solo con la disposición sino con la preparación para llevar la batuta en esta labor, los dueños de los medios (empresas o grupos económicos y/o políticos) no le apuestan a esta labor, quizá porque las ganancias serían inferiores a las esperadas, Y es aquí donde se genera la puja entre intereses y deberes.
Se debe reconocer entonces que la lucha diaria de los periodistas ambientales es ganar un espacio para la información de este carácter en los medios.
Pero más que ganar el espacio, se debe garantizar a las audiencias excelente calidad en la información. No se trata de informar solamente el evento (por lo general catastrófico) sino investigar las causas, motivos, circunstancias, intereses en juego. Además de consultar los antecedentes a este evento, informar sobre la evolución a futuro de la situación.
Los medios de comunicación son herramientas formadoras de pensamiento, por esto es tan importante la manera como se desempeña esta labor. Se trata se concientizar que más que una crisis ambiental, son situaciones sociales.
Pero lo paradójico es que los gobiernos y grupos ambientalistas expresan su “preocupación” por los cambios irreversibles que estamos enfrentando y sin embrago no cambian sus políticas de manejo.
En síntesis el conflicto es de paradigmas.
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