“No quiero que me maten, porque soy muy joven para ser un cadáver”
Hace poco recordé a Amado, aún tengo en mis ojos su mirada vacía, su dulce pero absurda esperanza. No sé en realidad cuantos años tenía, era un joven, al salir de pagar servicio militar obligatorio, regresó a su pueblo, no sabía que su carne recibiría el frío del metal por haber participado en una guerra que él aún no terminaba de entender. Como Amado hay muchos que son obligados a odiar, porque no entiendo como con amor se puede apuntar un arma contra otro ser humano.
Colombia continúa con su doble discurso, por un lado la Constitución del 91 nos dice en su famoso artículo 18 “Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.” pero por otro en su artículo 216: “Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones públicas. La Ley determinará las condiciones que en todo tiempo eximen del servicio militar y las prerrogativas por la prestación del mismo.” se está obligando a nuestros jóvenes a disparar un fusil, llenándolos de miedo al andar las calles de su propio pueblo porque en cualquier momento pueden ser víctimas de una batida ¿usted se imagina ir “tranquilo” caminando por el centro, y que un soldado lo lleve en contra de su voluntad, a la fuerza en todo el sentido de la palabra, sin darle la oportunidad siquiera de hacer una llamada? ¿Qué diferencia hay entre esta acción hecha por un soldado y un secuestro realizado por un delincuente? Las batidas ya fueron declaradas “Detención Arbitraria” por la ONU, esto quiere decir que esta actividad ilegal va en contra de los Derechos Humanos.
¿Por qué no está en la legislación Colombiana el derecho a la objeción de conciencia? ¿Cómo es posible que un joven no se pueda graduar en la universidad ni conseguir un empleo público si no cuenta con esta boleta de guerra? ¿Desde cuándo es necesario para ser médico saber quitar la vida? qué puede hacer un joven campesino si su libreta militar le cuesta 700.000 pesos y ya lleva gastados 300.000 con los viáticos y transportes hacía la capital, donde no conoce a nadie, tiene que hacer larguísimas filas para que lo citen un mes después y que una vez “examinado” médicamente, no le aseguren aún el costo de su libreta En el mundo 100 países han abolido el servicio militar obligatorio, en otros 70 se aplica la objeción de conciencia y solo en 7, incluido Colombia, aún no se respeta este derecho.
En el Huila ya se lanzó la campaña de objeción de conciencia llamada “Nadie está obligado a hacer lo que su conciencia rechaza” que además está brindando asesoría a través de talleres a toda la comunidad que no cuenta con los argumentos legales para hacer valer su derecho fundamental, así cuando nos veamos dentro de una batida sabemos que lo máximo que puede hacer el militar es darnos una citación con lugar y fecha, pero no pueden llevarnos a la fuerza. La intención de los objetores y objetoras de conciencia es decirle al gobierno colombiano que como población civil tenemos derecho a evitar participar en la guerra, sin que esto quiera decir que somos indiferentes a la situación de nuestro propio país, sino por el contrario apostándole a una solución política para el conflicto armado y ofreciendo nuestros servicios de formas distintas, cada cual aportando desde su mejor aptitud y con la mayor actitud, a construir y transformar comunidad. Ya tenemos el ejemplo de muchos países que hallan más beneficioso un servicio social y comunitario que un servicio militar.
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