El ensayo es el termómetro que mide la capacidad de ordenar los pensamientos humanos. La banalización a la que se ha visto expuesto, ha generado que se secunde su importancia y trascendencia social en el acto ciudadano de opinar.
Más que expresión de la razón, se trata de una forma de participación. De pensar y poner a pensar. El ensayo es construcción a través de la diferencia.
Quizá, porque los ciudadanos ya no sepamos acerca de lo que se trata participar, que de hecho y a propósito está ligado a la machacada y moribunda palabra democracia. Porque aunque en El discurso se oiga agradable al oído, en la realidad es solo eso, una palabra: Democracia.
Nada raro que se banalice y hasta ridiculice la opinión; aquella que nos demuestra que la ciudadanía no está muerta ni es representativa, sino que es un ser vivo y que por lo tanto es participativa.
Quizá por eso en Colombia se ha manejado la idea de que la función de los medios es esa, escuchar, lo que los ha convertido en receptores de denuncias, jamás de soluciones. Como resultado observamos la noción que de participar existe en las mentes colombianas: las personas se muestran satisfechas por el solo hecho de tener espacios en la red o poder escribir a los diversos medios, esto los hace pensar de que opinan y por la tanto son tenidos en cuenta. ¿Hasta cuándo tolerar esta burla a la razón?. No se puede negar que la existencia de estos espacios es buena y a veces necesaria para canalizar los sentimientos encendidos, pero en realidad estos espacios no garantizan nada. ¿De qué sirven estos espacios si el contexto y realidad del país es opuesta y peor aún, no hay señales que mejore? ¿Cuál es la verdadera función de estos? ¿Cuánto falta para que estas opiniones dejen de ser escuchadas y pasen a ser como ladrillos que unidos construyan un nuevo país? ¿Qué hacer en un país donde hay millones de televisores, millones de consumidores, pero pocos televidentes? ¿Cómo revertir las consecuencias del rechazo a la diferencia? ¿Cómo lograr que esa sensación de que la labor está realizada con solo opinar sea reemplazada por sentido de verdadera responsabilidad hacía los demás y con uno mismo? ¿Cómo acabar con el miedo infundido cuyo único objetivo es lograr la adhesión de las personas hacia un régimen “seguro y democrático”? ¿Cómo reconstruir el país de las marchas convocadas por la red y afectado solo por fotos y lagrimas….en qué momento se reemplazó la razón por el corazón…. En qué momento pasó todo esto y porqué nadie se dio cuenta?
Esta reflexión, deja preguntas, pero todas estas dudas me llevan a pensar cuál es la labor de los comunicadores en este asunto. En realidad me preocupa ver que los que un día fueron universitarios acérrimos defensores de un glorioso y majestuoso discurso, son los profesionales de hoy que alimentan los fortalecidos pulpos de in-comunicación. Pero me tranquiliza saber que no todos los egresados perdieron el compromiso que una vez adquirieron en sus clases, es agradable pero no quita la preocupación. Pero lo que de verdad me baja la temperatura es pensar que algún día sea yo la que entre a hacer parte de los profesionales que pierden su compromiso, que olvidando estas palabras y estas reflexiones, haga parte del gentío que por los más diversos motivos, acepte y mantenga la desvalorización que por nuestra profesión hay.
Y mientras unos alimentan el rechazo por la profesión y otros fortalecen y hacen de un discurso una realidad, yo por mi parte me esforzaré en condensar en hechos lo que aquí expreso. Por supuesto que no serán grandes cosas, pero empezar en mi vida estudiantil esa convergencia de actos y palabras, al menos me garantizará que me será difícil empezar actividades contrarias en mi vida laboral. Creo que para llegar tan alto hay que empezar desde abajo.
Llegando a estas líneas de finalización del texto, pero de comienzo de la construcción de nuevas repuestas, me viene al recuerdo una frase de Piero en alguna canción, refiriéndose a unas palabras de Martin Luther King:
"El país somos nosotros
América Latina somos nosotros
La capilla del Hombre somos nosotros.
Como decía Luther King “Tengo una ilusión. Ojalá nuestras
Acciones cada día sean una coherencia y una plegaria. ”
Elisabet Amor Romero
Más que expresión de la razón, se trata de una forma de participación. De pensar y poner a pensar. El ensayo es construcción a través de la diferencia.
Quizá, porque los ciudadanos ya no sepamos acerca de lo que se trata participar, que de hecho y a propósito está ligado a la machacada y moribunda palabra democracia. Porque aunque en El discurso se oiga agradable al oído, en la realidad es solo eso, una palabra: Democracia.
Nada raro que se banalice y hasta ridiculice la opinión; aquella que nos demuestra que la ciudadanía no está muerta ni es representativa, sino que es un ser vivo y que por lo tanto es participativa.
Quizá por eso en Colombia se ha manejado la idea de que la función de los medios es esa, escuchar, lo que los ha convertido en receptores de denuncias, jamás de soluciones. Como resultado observamos la noción que de participar existe en las mentes colombianas: las personas se muestran satisfechas por el solo hecho de tener espacios en la red o poder escribir a los diversos medios, esto los hace pensar de que opinan y por la tanto son tenidos en cuenta. ¿Hasta cuándo tolerar esta burla a la razón?. No se puede negar que la existencia de estos espacios es buena y a veces necesaria para canalizar los sentimientos encendidos, pero en realidad estos espacios no garantizan nada. ¿De qué sirven estos espacios si el contexto y realidad del país es opuesta y peor aún, no hay señales que mejore? ¿Cuál es la verdadera función de estos? ¿Cuánto falta para que estas opiniones dejen de ser escuchadas y pasen a ser como ladrillos que unidos construyan un nuevo país? ¿Qué hacer en un país donde hay millones de televisores, millones de consumidores, pero pocos televidentes? ¿Cómo revertir las consecuencias del rechazo a la diferencia? ¿Cómo lograr que esa sensación de que la labor está realizada con solo opinar sea reemplazada por sentido de verdadera responsabilidad hacía los demás y con uno mismo? ¿Cómo acabar con el miedo infundido cuyo único objetivo es lograr la adhesión de las personas hacia un régimen “seguro y democrático”? ¿Cómo reconstruir el país de las marchas convocadas por la red y afectado solo por fotos y lagrimas….en qué momento se reemplazó la razón por el corazón…. En qué momento pasó todo esto y porqué nadie se dio cuenta?
Esta reflexión, deja preguntas, pero todas estas dudas me llevan a pensar cuál es la labor de los comunicadores en este asunto. En realidad me preocupa ver que los que un día fueron universitarios acérrimos defensores de un glorioso y majestuoso discurso, son los profesionales de hoy que alimentan los fortalecidos pulpos de in-comunicación. Pero me tranquiliza saber que no todos los egresados perdieron el compromiso que una vez adquirieron en sus clases, es agradable pero no quita la preocupación. Pero lo que de verdad me baja la temperatura es pensar que algún día sea yo la que entre a hacer parte de los profesionales que pierden su compromiso, que olvidando estas palabras y estas reflexiones, haga parte del gentío que por los más diversos motivos, acepte y mantenga la desvalorización que por nuestra profesión hay.
Y mientras unos alimentan el rechazo por la profesión y otros fortalecen y hacen de un discurso una realidad, yo por mi parte me esforzaré en condensar en hechos lo que aquí expreso. Por supuesto que no serán grandes cosas, pero empezar en mi vida estudiantil esa convergencia de actos y palabras, al menos me garantizará que me será difícil empezar actividades contrarias en mi vida laboral. Creo que para llegar tan alto hay que empezar desde abajo.
Llegando a estas líneas de finalización del texto, pero de comienzo de la construcción de nuevas repuestas, me viene al recuerdo una frase de Piero en alguna canción, refiriéndose a unas palabras de Martin Luther King:
"El país somos nosotros
América Latina somos nosotros
La capilla del Hombre somos nosotros.
Como decía Luther King “Tengo una ilusión. Ojalá nuestras
Acciones cada día sean una coherencia y una plegaria. ”
Elisabet Amor Romero
Anónimo Said,
La felicito, que haga sus pininos en periodismo.
La gente no opina niescribe por que la cultura de esta disciplina se ha perdido.
Ademas no se enseña la constitucion que tiene espacio para la participacion. Debemos revisr estos articulo constitucionales, y enseñara.Lease el Art,103 de la Constitucion.
Bendiciones.
Posted on 11 de junio de 2009, 19:10